Con motivo de las celebraciones del 8 de marzo (día de la mujer trabajadora), desde la OCTE hemos visto necesario aclarar la posición marxista-leninista en torno a cuestiones relacionadas con el feminismo y las luchas de la mujer.
Abriendo una secuencia de textos que cubrirán multitud de problemáticas en torno a este asunto, publicamos un análisis de la cuestión de la "brecha salarial". ¿Por qué tratar este tema? ¿No es algo obvio? "Las mujeres cobran menos por ser mujeres, debido a los engranajes secretos de la sociedad heteropatriarcal." Mostraremos que semejantes razonamientos carecen de lógica y no se corresponden con la realidad del asunto.
No negamos que exista una diferencia entre el salario percibido por hombres y mujeres. Esta es la única obviedad. Lo que queremos demostrar es que lejos de la explicación simplista en la que suele caer el movimiento feminista (como la reproducida más arriba), el asunto es mucho más complejo. En él se dan la mano una vorágine de factores tanto culturales como socioeconómicos y biológicos. El análisis concienzudo, sin tapujos ni prejuicios, es lo que caracteriza al texto que presentamos.
Como un problema exclusivo del sistema de trabajo asalariado, la brecha salarial es uno de esos males que serán consumidos por las llamas de la revolución proletaria que sepulte al capitalismo. La revolución, reiteramos, es proletaria. No feminista.
No negamos que el feminismo haya podido significar, en algunos países, ciertas mejoras sustanciales para la vida de las mujeres. Pero siempre dentro del marco capitalista, que es insuficiente para la mujer obrera. Como ya hemos señalado en otros textos, ante la dictadura mercantil del capital la mujer obrera se encuentra separada de los derechos que se le reconocen por la vil muralla del dinero. No se pueden costear sus propios derechos; careciendo del derecho a una vida laboral emancipada de los designios dictatoriales del capital se carece, por extensión, de cualquier otro derecho reconocido bajo condiciones del capitalismo.
Reiteramos: el feminismo es absolutamente insuficiente. Y no sólo eso, sino que las actitudes sectarias de género que se han desarrollado en su seno se han conseguido asentar como frenos a la unidad de la clase obrera, de sus mujeres y sus hombres. El término "feminismo" interpela únicamente a las mujeres. En su acepción común, a las de todas las clases sociales, preconizando una falaz comunidad de intereses entre las mujeres burguesas (que condenan a las mujeres obreras a la explotación asalariada y por tanto a su ausencia de dinero para costearse sus derechos) y las propias mujeres obreras. Por otra parte, el llamado "feminismo de clase" se refiere únicamente a las mujeres de una clase social determinada, fingiendo que su emancipación no parte de la emancipación del trabajo (masculino y femenino) respecto al capital.
La relación de desventaja de la mujer en el ámbito laboral, su cualidad de doble explotada (en el ámbito doméstico y en el laboral), la sitúa como uno de los puntales de la lucha de clases. Es por esto que su unidad con las luchas de sus compañeros de clase varones es tan necesaria. Se quiere minar esta unidad y, en consecuencia, se quiere ahogar a la revolución en absurdos sectarismos sexuales.
Nuestra exposición parte del hecho de que la situación aludida de desventaja de la mujer en la sociedad presente se desprende de su situación laboral, que la sitúa en un escalafón inferior de estatus y dificulta su capacidad para ejercer una independencia económica respecto a sus maridos, parejas, etc. Por esto, los problemas aludidos al "patriarcado" (mejor dicho: a sus reminiscencias adaptadas a las condiciones capitalistas) no son sino problemas del sistema de trabajo asalariado: de la propiedad privada sobre los medios de producción. Solucionando este último problema, se soluciona el anterior. Por eso la lucha de clases es la lucha absolutamente prioritaria. Y por eso la mujer burguesa es enemiga jurada de la mujer trabajadora: no existen intereses comunes entre ambas.
Pero los comunistas no luchamos en condiciones ideales. Una vez se han creado todas las asociaciones particulares de mujeres para luchar por sus derechos, nos vemos obligados a luchar por acumular fuerzas y por el Frente Antifascista también entre estas organizaciones. Esta razón nos lleva a la necesidad antes mencionada de aclarar nuestras posiciones en torno a toda la problemática de la lucha de las mujeres trabajadoras.
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