La crisis de gobierno galopante en España ha sido una
muestra más de la inutilidad del parlamento burgués para los trabajadores.
Hemos visto cómo en las últimas elecciones del 26-J los resultados acabaron
siendo insatisfactorios para las diferentes fracciones de la burguesía (con sus
cuatro banderas más llamativas, el PP, el PSOE, C's y Podemos, al frente), y
hemos visto cómo el voto obrero será un voto no vinculante hasta que se den los
resultados que los explotadores quieren, tanto desde un partido burgués como
desde otro.
Al final, en el parlamento burgués, la última palabra
nunca jamás la tiene el pueblo trabajador, sin representación y divorciados de
las instituciones que se encuentran un pedestal por encima de su clase. La
última palabra siempre la tiene la combinación de partidos burgueses, el
incumplimiento de sus programas, etc... todo según las exigencias del capital,
de los grandes empresarios; de los explotadores. Ellos de hecho dominan a esos
partidos burgueses y los combinan conforme se necesite para cumplir su táctica
por la acumulación capitalista y la maximización de la explotación del trabajo.
Esta monopolización capitalista conlleva la precariedad cada vez mayor del
proletariado y las grandes masas trabajadoras de España.
Los cuatro partidos burgueses más representativos de su
clase hoy en día podrían ser representados en una medalla; en el anverso, PP y
C's, y en el reverso, el PSOE y Unidos Podemos. Estos partidos son hostiles a
las masas trabajadoras, pues defienden el fruto de los problemas de ésta; la propiedad
privada sobre los medios de producción, aunque algunos sean “neoliberales” y
otros “keynesianos”.
La situación de carencia de un gobierno en España es un
aliciente a la venidera recaída de la crisis económica mundial. La única salida
a ambas es una organización verdaderamente obrera; los Consejos del Pueblo.
Como dice Lenin, las masas trabajadoras, en el
parlamento, solamente pueden votar cada cuatro años qué miembros de la clase
explotadora deberán aplastarlos en el parlamento. En España, sin embargo, esto
ocurre cada cuatro meses porque la propia burguesía está desunida, mostrándolo
en sus partidos.
La burguesía puede permitirse su desunión y sus inocuas
hostilidades internas cuando no existe una verdadera opción comunista bien
plantada y fuerte entre las masas trabajadoras y el proletariado, que se le
ponga delante y enfrente a la clase capitalista por la destrucción de la misma;
por la liberación del trabajo del yugo del capital.
Sin embargo, los capitalistas españoles saben que la
situación actual del gobierno les puede ser muy desventajosa a medio y largo
plazo, y ya están comenzando las tomas de poder de la misma camarilla
financiera dentro de los diferentes partidos burgueses, causando rencillas
internas que pueden ser mortales para más de un destacamento burgués, y
provocando seguramente que como tarde en las terceras elecciones de este fin de
año la normalidad vuelva al cuartel de los explotadores después de una
experiencia traumática para los representantes de la burguesía. Lo que se está
fraguando es un “partido del orden” donde, como en Francia en el siglo XIX, se
agolpan las diferentes tendencias políticas de la burguesía con el simple
objetivo de asfixiar la revolución. El “ala izquierda” de los explotadores (que
no deja de ser enemiga acérrima en realidad de la clase obrera), Podemos, por
ahora se excluye de estos acuerdos. Pero en el momento en que el capitalismo
peligre la cosa cambiará de manera más que segura (¡lo demuestra el PCE en la
transición, cómo se “traicionaron” a sí mismos pactando la constitución de la
explotación!).
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