Veremos cómo se desarrollan estos acontecimientos. Por
ahora, como Partido marxista-leninista verdadero (o fiel aspirante a merecer el
título de vanguardia del proletariado español y de las masas trabajadoras del
país) sólo podemos profundizar nuestra actividad práctica por la creación de un
verdadero poder popular, soviético; por la unidad de los Consejos del Pueblo,
su creación, y por la fortificación de nuestro Partido Marxista-Leninista, el
P.C.T.E.
Sin embargo hay algo que esta crisis de gobierno le está
dejando claro al pueblo trabajador de España... ¿si tan importante es el
parlamento, por qué ha habido una situación de normalidad sin uno establecido;
es decir, sin la capacidad de gobernar de una mayoría parlamentaria? La respuesta
no está en, como dicen los anarquistas, la superfluidad del Estado durante el
régimen de clases sociales. Esto es falso, pues en realidad la burguesía ha
conservado todos los elementos de su Estado, todos los elementos coercitivos
para contra su clase antagónica (los trabajadores proletarios) y las masas
explotadas.
El hecho, el “quid” de la cuestión, está en que como
decía Lenin, el verdadero poder de la burguesía se encuentra entre los
bastidores del parlamento burgués, que es un club de millonarios mal
disfrazados de “representantes por encima de las clases”. El verdadero núcleo
del poder de la burguesía se encuentra en los burós de las grandes empresas
monopolistas, en el capital financiero.
Por ello, “bloquear el gobierno” no suponía nada. La
excusa para la abstención, que se refería a no tener que bloquear el gobierno,
en realidad se traducía a la unión de las facciones de la burguesía española en
un todo que pudiese evitar el agravamiento de la situación y su inevitable
respuesta popular.
La tarea de la revolución proletaria es clara: tomar las
armas estatales de la burguesía para dinamitarlas y establecer las propias con
el objetivo de ejercer el poder coercitivo contra esos explotadores y defender
la expropiación de los mismos. Sin las armas, sin un Estado proletario
radicalmente diferente al Estado burgués, no hay posibilidad de obligar a los
explotadores a dejar de serlo (por la fuerza) y a defender las conquistas del
pueblo trabajador. No nos vale un poder donde siempre existan estos burócratas
o explotadores, como es el parlamento burgués.
Los proletarios toman del mismo su carácter electivo y
acaban con su carácter burocrático al sustituirlo por la organización de
corporaciones de trabajo sin representación burguesa; los Consejos del Pueblo.
En esto radica la diferencia con el revisionismo y el fascismo que quieren ante
todo que la burguesía ejerza un poder no controlado desde abajo y que siga
existiendo como clase. Esto (existir) la burguesía sólo lo puede hacer sobre la
miseria de cientos de miles de obreros, con cuya agudización incrementan
asimismo las ganancias de los capitalistas.
El P.C.T.E. sabe muy bien que la labor por crear esas
organizaciones, los Consejos del Pueblo, debe darse paulatinamente. Nos tenemos
que preparar para ello en el trabajo práctico con miras al objetivo final; al
comunismo.
Desde el día 26 al 29 de octubre se dio la investidura de
Mariano Rajoy Brey, líder del PP por 170 votos a favor, 68 votos como
abstenciones y 111 votos en contra. Ante ello, en señal de protesta, miles de
manifestantes se agolpaban alrededor del Congreso de los Diputados (Madrid) a
pesar de la fuerte presencia policial, desde antes de la celebración de la
sesión de investidura. ¿No nos dio esto una imagen muy representativa de la burocracia
del Estado burgués? Una sala al servicio del 5% de la población, de los grandes
capitalistas, protegida por la policía y el ejército permanente, decide contra
el otro 95% de masas trabajadoras y desposeídas que no tiene control alguno
sobre los parlamentarios. Aquí no hay más que libertad de los explotadores, y
de ésto debemos darnos cuenta ya.
El problema no está en el “mutuo control”, que es lo que
diría un tercerviísta o un maoísta. Eso nos llevaría a una situación perjudicial
para la clase obrera en que tendría que contar con el permiso de los
explotadores para actuar en contra de ellos. ¿Se puede ser más ingenuo? El problema está precisamente en que sin
revolución y sin la lucha resuelta contra todos los explotadores (las clases
poseedoras, la gran propiedad privada) no hay comunismo, sino parasitismo.
La ideología mayoritaria entre las manifestantes masas
populares el día 29 de octubre de 2016 se demostró muy ligada al reformismo, y
en particular a “Unidos Podemos”, joven partido socialdemócrata que, disfrazado
con las caretas “socialistas” y “revolucionarias” del “socialismo” del siglo
XXI (teoría que representa el ala derecha del revisionismo contemporáneo,
completado por el maoísmo y las reminiscencias del revisionismo moderno),
pretende alejar a las masas de la revolución al llevarlas por el camino de las
reformas dentro del marco del capitalismo, de la explotación. Quieren perpetuar
la explotación de las masas y éstas aún les apoyan en cierta medida. Este
hecho, entre muchos otros, no hace mas que probar que España, su proletariado y
sus masas laboriosas, necesitan una vanguardia marxista-leninista bien
organizada para salir de ese meollo de luchar por una u otra camarilla
burguesa; de sacrificarse por la explotación de su trabajo por el capital. Pues
Podemos no pretende otra cosa al mantener vigente (¡lo dice su programa!) la
“economía mixta”; es decir, el capitalismo estatal, el capitalismo monopolista
de Estado, que es simplemente una expresión del imperialismo al que falsamente
promete oponerse (¿acaso hay anti-imperialsimo sin dictadura del
proletariado?).
Las enseñanzas de la crisis política en España han sido:
1. Nuestro movimiento obrero es aún espontáneo y está
carcomido por el oportunismo y el revisionismo. De ahí que la crisis se haya
quedado en la nada y no haya derivado en protestas de carácter revolucionario;
2. Los capitalistas usan el parlamento como punta del
iceberg de su auténtico poder, que radica en su situación dominante en las
relaciones de producción; es decir, en que poseen los medios de producción y
los obreros sólo su fuerza de trabajo;
3. Que sólo podemos seguir aplicando la táctica de los
Consejos del Pueblo y nuestro programa para salir de esta situación y
restablecer el movimiento comunista en España, condición primera para acabar
con las miserias del proletariado y las masas laboriosas en este país.
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