domingo, 12 de noviembre de 2017

Nuevamente sobre RC y su "análisis" de la cuestión nacional


Recientemente, reparamos en que los señores de RC habían agasajado al gran público, el 11 de septiembre de 2017, con con otra de sus sesudas argumentaciones teóricas: esta vez en torno a la cuestión nacional en Cataluña1. Sin ningún género de mala fe, decidimos hacer una lectura constructiva del artículo en cuestión. Albergando ya de antemano pocas expectativas para esta banda de provocadores que posa a partido obrero, RC (su “comisión ideológica”) tardó poco en confirmar nuestros augurios.

Los errores del artículo no llegan en su parte histórica, pues en esta se hace una radiografía suficiente sobre la historia de la cuestión nacional en Cataluña. Nada nuevo, pero reconociéndoles que los datos numéricos que aportan al respecto son informativos y útiles. El único reproche en este aspecto del artículo es que, cuando trata el período del franquismo, no se hace ni el intento de enfatizar cómo unificó a la fuerza las capas superiores de la burguesía de todas las naciones que componen España y las consecuencias que esto ha tenido en relación a los acontecimientos actuales. Esto les lleva al siguiente planteamiento general:

Convergencia i Unió retoma el poder de la principal institución catalana en 2010, en el seno de la crisis cíclica del capitalismo que se iniciara en 2008, e inicia un mandato marcado por la no correspondencia de las relaciones de producción y el estado de las fuerzas productivas. Se ataca a las ayudas sociales, a la cultura, a la educación, a la sanidad, se mete mano en las pensiones y en los servicios públicos. Mientras los empresarios abaratan costes, abocan a los obreros a la cola del paro y reciben el apoyo del poder político. Para eludir la atención de estas cuestiones primordiales, ante las cuales la clase trabajadora debe mostrar su fortaleza y organizarse, el nacionalismo catalán ponía encima de la mesa el somnífero del sentimiento patriótico, de la vilipendiada nación catalana, para apartar a la clase trabajadora de sus tareas inmediatas, para amenazar por enésima vez al Estado español con el fantasma del separatismo, y obligar a la oligarquía española a jugar sus cartas en la lucha por el mercado y el poder político. Tras un recorrido que se iniciara en 2009 con la primera consulta soberanista en Arenys de Munt, acuerdos transicionales, aprobaciones para referéndums, declaraciones soberanistas, consulta de 2014, declaración de inicio del proceso independentista y llamada al referéndum de independencia del 1 de octubre de 2017, nos vemos a día de hoy en lo que se conoce popularmente como un “tira i arronsa”. Una pugna entre las dos de las principales burguesías del país, entre la catalana y la española.” (Secretaría ideológica de RC, “Sobre el referéndum catalán y el proceso de independencia”, 11 de septiembre de 2017).

Reconocemos que se trata de un “tira y afloja”. Pero no de una pugna entre “dos burguesías”, “la catalana y la española”, sino entre fuerzas cohesionadas de una misma gran burguesía española, cada una de las cuales traía a su cola a toda una masa de elementos pequeñoburgueses y “nacionales” que sí divergían entre ellos. Esta es la fuerza motriz de los movimientos nacionalistas, en tanto que el interés del pequeño comercio provinciano asume mucho mejor que el gran comercio internacional los procesos de secesión de alguna nación o región de un Estado plurinacional.
Asimismo, el “tira y afloja” no se debe entender en el sentido de una encarnizada lucha de posiciones, pues la gran burguesía financiera de España no la mantiene ni la ha mantenido en su seno (se trata de un oligopolio muy pertrechado, fundado con capital de la burguesía de todo el país). El “tira y afloja” se debe entender en el sentido de que la burguesía posa al independentismo, a un independentismo cándido y pacifista, es decir, impracticable, y que acto seguido desanda el camino y vuelve al punto de partida. ¿Qué razón hay en esto? Movilizar a las masas populares, a la pequeña burguesía (y al proletariado que por desgracia carece de su propio partido), por un fin mayor (la independencia y la secesión) cuando en realidad se quería que fuese un movimiento inerme y que se frenase, al salir mal parado, en mejoras para la autonomía catalana.

El hecho del fracaso de esta política, de que el movimiento de masas haya arrollado a los partidos burgueses de Cataluña, ha supuesto con total seguridad el fin de la política del “tira y afloja”.

Una vez acaba ese párrafo que hemos citado, el artículo de RC comienza su festín de estafas antimarxistas camufladas de marxismo. Lo primero que se vislumbra en el texto es que los autores no comprenden la relación entre el programa y la cuestión nacional. Dejemos que Stalin explique el significado de esta relación:

Así, pues, los derechos de las naciones y el ‘sentido preciso’ del programa de la socialdemocracia no son una y la misma cosa. Evidentemente, hay reivindicaciones que, aun no yendo en contra de los derechos de las naciones, pueden ir en contra del ‘sentido preciso’ del programa. […] Evidentemente, los ‘derechos de las naciones’ y el ‘sentido preciso’ del programa son dos planos completamente distintos. Mientras que el ‘sentido preciso’ del programa expresa los intereses del proletariado, formulados científicamente en su programa, los derechos de las naciones pueden expresar los intereses de cualquier clase: de la burguesía, de la aristocracia, del clero, etc., con arreglo a la fuerza y a la influencia de estas clases. Allí son los deberes del marxista, aquí los derechos de las naciones, integradas por diversas clases. Los derechos de las naciones y los principios de la socialdemocracia pueden ir o no ‘en contra’ los unos de los otros, de la misma manera, por ejemplo, que la pirámide de Keops y... la famosa Conferencia de los liquidadores. Son, sencillamente, magnitudes incomparables.” (Iósif Stalin; “El marxismo y la cuestión nacional”, 1913).

Nadie dudará, con las recientes jornadas huelguísticas (8 de noviembre) de que la clase obrera catalana marcha a la zaga del movimiento nacional, precisamente por su poca madurez política; es decir, porque carece de vanguardia. Por esta misma razón, en lugar de luchar por su emancipación, el proletariado está luchando por un Estado burgués independiente en Cataluña, Estado que, en realidad, no le interesa mientras siga siendo burgués (y lo será en la medida en que la burguesía dirija el proceso). El proletariado catalán está luchando, de paso, porque Cataluña ejerza un derecho intrínseco a las naciones: la autodeterminación. En contra de esta se está movilizando la burguesía financiera catalana-española, a la que el nacionalismo le ha dejado de servir de arma para adormecer la lucha de clases porque, sencillamente, ha fallado en taponar su agudización en los albores de la presente crisis económica capitalista. En su movilización, la burguesía financiera catalana-española está promoviendo y amparando el auge del fascismo. Si el actual movimiento democrático-burgués es aplastado, en Cataluña imperará la fascistización más grave que jamás se ha conocido desde la transición burguesa del franquismo. En vistas a todo esto, RC nos alecciona:

Para eludir la atención de estas cuestiones primordiales, ante las cuales la clase trabajadora debe mostrar su fortaleza y organizarse, el nacionalismo catalán ponía encima de la mesa el somnífero del sentimiento patriótico, de la vilipendiada nación catalana, para apartar a la clase trabajadora de sus tareas inmediatas, para amenazar por enésima vez al Estado español con el fantasma del separatismo, y obligar a la oligarquía española a jugar sus cartas en la lucha por el mercado y el poder político.” (Secretaría ideológica de RC, “Sobre el referéndum catalán y el proceso de independencia”, 11 de septiembre de 2017)

Por la falta de un Partido Leninista Unificado en España, ese sentimiento patriótico, ese “somnífero”, acabó por prender fuertemente en las masas. El movimiento espontáneo de lucha, tan desarrollado en Cataluña en comparación con gran parte del resto de España, fue una tierra demasiado fértil para que la burguesía plantase algo que no se le escapase de las manos al germinar. El volumen que tomó el movimiento de masas, pese a guiarse por el nacionalismo, nos abría una nueva tarea. RC no la sabe reconocer, pues opinan que…

Qué más da que se salgan del estado español si lo que quieren es seguir dependiendo de la Unión Europea, de Estados Unidos o de Israel. ¿Quién en su sano juicio puede pensar que ser independientes en la Unión Europea debilita el imperialismo? Nosotros creemos firmemente lo contrario.” (Secretaría ideológica de RC, “Sobre el referéndum catalán y el proceso de independencia”, 11 de septiembre de 2017)

Nosotros creemos que esta postura es, básicamente, camuflar la inactividad absoluta de marxismo-leninismo. El “posicionamiento” de RC es que…

Si el proceso independentista estuviera liderado por la clase obrera, si supusiera un avance para la clase obrera, lo defenderíamos con todas nuestras fuerzas, seriamos los más firmes defensores de la independencia de Cataluña, pero como resulta que es todo lo contrario nos oponemos al actual proceso de independencia. Nuestra clase es internacional, nuestro enemigo no es un pueblo u otro, nuestro enemigo es el capitalismo, que ha de ser derrocado, conquistando el socialismo. Todos los pueblos de España han de luchar codo con codo por la emancipación de nuestra clase.” (Secretaría ideológica de RC, “Sobre el referéndum catalán y el proceso de independencia”, 11 de septiembre de 2017)

Pero ¿qué sino la existencia de un verdadero Partido de vanguardia es la única garantía de que los movimientos espontáneos estén liderados por el proletariado, por su ideología, su interés de clase, en un país en condiciones de terciarización, donde el proletariado no es la parte más numerosa de la población? RC se mete en un buen embrollo: se hacen llamar tal Partido de vanguardia, ¡y si el movimiento espontáneo no está dirigido, por arte de magia, por tal Partido de vanguardia, ellos, el “Partido de vanguardia”, no se dignarán en participar en él! Esto equivale, en realidad, a la vieja teoría menchevique-anarquista según la cuál si el movimiento espontáneo no es directamente socialista, no merece la pena participar en él.

La cuestión no es como la plantea RC, que se deba esperar a un movimiento homogéneo en toda España. La realidad es que Cataluña es el puntal de la agudización de la lucha de clases hoy en día: la clase burguesa, allí, se ha sumido en una serie de contradicciones internas que seríamos estúpidos en no aprovechar. Sin aprovechar estas contradicciones en el campo del enemigo, no podremos triunfar sobre él. Esta es una máxima táctica del marxismo-leninismo, y la historia del bolchevismo nos ha dado cientos de casos de su aplicación.

RC, por ende, se mueve en un terreno metafísico de supuestos ideales: si estos supuestos se desmienten por el desenvolvimiento de los acontecimientos en la realidad, estos acontecimientos no merecen sino una mueca de desprecio por el Partido Marxista-Leninista Pensamiento Roberto Vaquero. No esperemos que entren en contacto con la realidad a la que desprecian. Movilizarán todas sus fuerzas, las pondrán en tensión e intentarán ganarse a las masas… con una política de abstención. “¡Os ordeno que hagáis lo que queráis!”.

La situación crítica de Cataluña sería el caldo de cultivo perfecto para que un Partido lo suficientemente numeroso y pertrechado con el movimiento espontáneo de las masas convirtiese las instituciones embrionarias de la lucha revolucionaria, instituciones que, como los CDR, en su estado actual son inservibles, en unas instituciones capaces de desarrollar la lucha de clases proletaria y guiadas por un Partido Leninista Unificado. Pero claro, si, como RC, nos negamos a subir un escalón porque subirlo no es subir toda la escalera del tirón, no hay convencimiento de las masas posible, no hay química entre estas y el marxismo-leninismo.

Negarse a participar de un movimiento espontáneo de masas por su imperfección es igual que esperar al socialismo espontáneo. Sólo cuando este movimiento de masas espontáneo tenga fines marxistas-leninistas, sólo entonces el supuesto Partido Marxista-Leninista se dignará en hacer aparición en escena. Para ellos esta aparición no precede a la elevación marxista-leninista del movimiento espontáneo, sino que es una consecuencia de ella. De cómo se produce esa elevación tendrán que hacerse cargo en un Tratado de Metafísica los sesudos componentes de la Comisión Ideológica de RC. O quizás prefieran seguir perdiendo el tiempo en “La Revolu News”, que está más a la altura de lo que significan estos señores para el movimiento obrero.

Si no convencemos a las masas participando allá donde estén (¡aunque todas se movilicen por dignificar a un burgués como Puigdemont!) nunca jamás entraremos en contacto con ellas y podremos influenciarlas para que corrijan su error. Y queremos recalcar: participar en el movimiento de masas con una política de abstención es exactamente lo mismo que hacer seguidismo al movimiento espontáneo, ya que la política de abstención no es capaz de impulsar nada, sino que deja al movimiento espontáneo a su antojo. Abstención significa que ocurra lo que ocurra, nos da igual. No nos posicionamos. Y esto es un error supino criticado con vehemencia por los clásicos del marxismo-leninismo:

La abstención absoluta en política es imposible; todos los periódicos abstencionistas hacen también política. El quid de la cuestión consiste únicamente en cómo la hacen y qué política hacen. Por lo demás, para nosotros la abstención es imposible. El partido obrero existe ya como partido político en la mayoría de los países. Y no seremos nosotros los que lo destruyamos predicando la abstención. La experiencia de la vida actual, la opresión política a que someten a los obreros los gobiernos existentes, tanto con fines políticos como sociales, les obligan a dedicarse a la política, quiéranlo o no. Predicarles la abstención significaría arrojarlos en los brazos de la política burguesa. La abstención es completamente imposible, sobre todo después de la Comuna de París, que ha colocado la acción política del proletariado a la orden del día.” (Friedrich Engels; “Sobre la acción política de la clase obrera”, 1871).

Algunos querrán decir que esto no tiene nada que ver con el movimiento nacional. Pero bien es sabido que Lenin siempre hablaba de la autodeterminación como una proclama democrático-burguesa, y en vistas a esto, su famosa cita, reproducida en “En torno a las cuestiones del leninismo” (Stalin, 1926), vuelve a caracterizar a RC como una organización guiada por principios revisionistas, basada en el engaño a jóvenes a base de simbología exuberante:

De la revolución democrática comenzaremos a pasar en seguida, y precisamente en la medida de nuestras fuerzas, de las fuerzas del proletariado consciente y organizado, a la revolución socialista.” (Lenin).

Finalizaremos con unas conclusiones:

a) Los marxistas-leninistas deben fundirse con el movimiento de masas, sea este lo imperfecto que sea, para dirigirlo y elevarlo a un movimiento revolucionario;

b) Ante nuestra escasez de fuerzas, no podemos optar a dirigir semejante movimiento, de forma que, al menos, procuraremos que se solucione de forma que la fascistización no triunfe en Cataluña (esto ahogaría al movimiento de masas catalán);

c) Con ello, pese a ser partidarios del socialismo, como no podemos optar a luchar por el mismo, al menos debemos garantizar el derecho democrático-burgués de las naciones a la autodeterminación;

d) Que en esa lucha contra la fascistización unas fuerzas marxistas-leninistas pertrechadas deberían tomar la delantera y ganarse a las masas para:

d.1) Que abandonen la cola de los partidos políticos burgueses;

d.2) Que expandan y armen las estructuras de los CDR;

d.3.) Que desarrollen las bases para que, en la medida de nuestras fuerzas, pasemos del movimiento espontáneo a la revolución democrática y que esta se transforme, igualmente en medida de nuestras fuerzas, en revolución socialista, cuando un Partido Leninista Unificado se erija como vanguardia de hecho del proletariado y las masas catalanes;

d.4) Que ese movimiento, al hacerse un movimiento por el socialismo, pueda contar con las simpatías más sencillas de los trabajadores del resto de España y pueda, así, expandirse, tal y como la revolución rusa se expandió a todo el Imperio.

d.5) Que sólo así se conseguirá la unidad internacionalista de las masas trabajadoras no ya de España sino del mundo, razón esta que precaverá y nos protegerá ante una invasión de las fuerzas imperialistas de Europa y el mundo.


Pero no se puede ir hacia este objetivo sin luchar contra todos los nacionalismos y sin propugnar la igualdad de todas las naciones. Así, por ejemplo, depende de mil factores, desconocidos de antemano, si a Ucrania le cabrá en suerte formar un Estado independiente. Y, como no queremos hacer "conjeturas" vanas, estamos firmemente por lo que es indudable: el derecho de Ucrania a semejante Estado. Respetamos este derecho, no apoyamos los privilegios del ruso sobre los ucranios, educamos a las masas en el espíritu del reconocimiento de este derecho, en el espíritu de la negación de los privilegios estatales de cualquier nación.” (Vladimir Lenin; “Sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación”, 1914)

Así, pues, debemos aclarar lo siguiente: luchamos contra todos los nacionalismos, pero apoyamos el movimiento nacional de las naciones oprimidas. Con esto debemos asegurarnos que el proletariado de la nación oprimida no marche a la zaga de “su” burguesía, sino que dirija el movimiento. Y cuando este movimiento deje de ser un movimiento practicista, burgués, que busca satisfacer los privilegios de una nación en concreto y no los derechos de todas ellas, se convertirá en una fase de la revolución proletaria. Apoyar un movimiento nacional no quiere decir actuar por practicismo, por esa nación contra otra, en detrimento de otra (de sus masas laboriosas). Apoyamos que el movimiento nacional en Cataluña pueda conseguir un Estado independiente. Y apoyamos que el proletariado catalán tome la delantera de ese proceso para que tal Estado sea un Estado socialista cuyo ejemplo en la ejecución de la dictadura contra sus burgueses se expanda por toda España y el mundo. Sólo así podremos garantizar el internacionalismo proletario. Apoyar la secesión no quiere decir que la apoyemos en todo caso. Si es perjudicial para las masas, no la apoyaremos. Pero en este caso debemos decir que la independencia de Cataluña no tendría por qué tener consecuencias negativas en la clase obrera de España y de Cataluña; después de su independencia podría mantener unas relaciones comerciales tales que dejasen la situación tal y como está ahora. El boicot a la independencia de Cataluña (y abstenerse es boicotearlo también) es lo que provoca unas consecuencias negativas para la clase obrera de toda España. Nosotros ya hemos tratado esto al referirnos a las críticas del gobierno extremeño al boicot a los productos catalanes (críticas que incluso Mariano Rajoy ha compartido).

Por ende…

1) Apoyar la independencia de Cataluña porque no corre en detrimento de las masas laboriosas;

2) Conseguir que el proletariado dirija al socialismo ese movimiento.

La tarea, en resumidas cuentas, es simple de plantear. La lucha de clases está despuntando en Cataluña, tomando la forma de una lucha por una proclama democrático-burguesa. No debemos aislarnos de esta lucha sino participar de ella y empujarla más allá de sus límites democráticoburgueses, en la medida de nuestras fuerzas. Tal es la tarea general de los marxistas-leninistas ante la situación en Cataluña.

Hay que tomar en cuenta, empero, la siguiente cita de Stalin:

La política de represión nacionalista es también peligrosa en otro aspecto para la causa del proletariado. Esta política desvía la atención de extensas capas del mismo de las cuestiones sociales, de las cuestiones de la lucha de clases hacia las cuestiones nacionales, hacia las cuestiones ‘comunes’ al proletariado y a la burguesía. Y esto crea un terreno favorable para las prédicas mentirosas sobre la ‘armonía de intereses’, para velar los intereses de clase del proletariado, para esclavizar moralmente a los obreros. De este modo, se levanta una seria barrera ante la unificación de los obreros de todas las nacionalidades.” (Iósif Stalin; “El marxismo y la cuestión nacional”, 1913).

Actualmente en Cataluña se dan las siguientes condiciones:

·El movimiento nacional es fuerte porque ha prendido en las amplias masas trabajadoras catalanas;

·El proletariado catalán marcha a la zaga de los vacilantes e inseguros partidos burgueses, que no tienen un interés real en que el movimiento nacional actual siga en ascenso y no se hartan de predicar la paz de clases y la mesura a las masas;

·La represión “unitarista” del gobierno central ha fortalecido este hecho – que el pueblo en Cataluña marche a la zaga de los partidos burgueses de allí.

De esta forma, para que no tenga lugar esa separación nacional de los obreros catalanes y españoles, el movimiento de masas en Cataluña debe utilizar su inercia para un fin no común suyo y de “su” burguesía, sino común a los trabajadores de toda España. Sólo si la secesión catalana toma el cariz de una lucha obrera independiente (y esto lo hará en la medida en que las fuerzas marxistas-leninistas se unifiquen y dirijan tal movimiento) se podrá garantizar que su ejemplo de movilización y lucha se expandirá al resto de España. Transformar una lucha meramente nacional en un ejemplo para los trabajadores de toda España: ese es nuestro cometido, el de todos los que se hacen llamar marxistas-leninistas. Llenándonos la boca “contra el nacionalismo” no ganamos nada, porque se suele olvidar que el unitarismo se basa en un principio igualmente nacionalista y aún más artificial. Apoyando la autodeterminación de Cataluña, si no tuviésemos fuerzas para transformar el movimiento de masas que la subyace en un movimiento por la revolución socialista, al menos ganaríamos un derecho democrático-burgués (la autodeterminación), lo cuál es mejor que hacerle el juego a los “unitaristas”, que son la pata legal y parlamentaria-burguesa del fascismo.

Es necesario que el actual movimiento nacional en Cataluña mute de lo que es ahora (un movimiento guiado por políticos timoratos, valientes en la distancia, vencidos en la cercanía) a un movimiento guiado por los intereses radicales del proletariado y que no se aísle del resto de España. Pero esto sólo se podrá hacer si participamos de esta lucha democráticoburguesa y, en lugar de tirar de ella en la dirección contraria, la impulsamos al frente hasta que rompa sus limitaciones democráticoburguesas trocándose en algo superior capaz de fomentar el internacionalismo proletario. Que para que todo esto tenga algún sentido es necesario unificar las fuerzas comunistas bajo el marxismo-leninismo es un hecho innegable que no se debe seguir postergando. Las consecuencias de esta procrastinación son terribles y lo serán aún más, especialmente con el revivir del fascismo en Europa y el resto del mundo, auspiciado por la fascistización de la democracia burguesa. Sólo podemos apuntar esto, desde nuestra humilde posición.


Notas:

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