Cda. Borek
¿Por qué hablar de Polonia? Porque el
caso de Polonia es un espejo donde mirar hacia dónde deriva el gobierno de los
capitalistas en España, el Estado burgués español, que oprime y desangra a los
trabajadores y a las masas empobrecidas a las que los bancos y sus congéneres
humillan diariamente.
Hablar de anticomunismo en los países de
la vieja Europa oriental es hablar de políticas gubernamentales. En éste
artículo nos centraremos en un caso, el caso polaco, donde el anticomunismo es
exagerado, por las mentiras de la prensa sobre sucesos que les tocaron muy de
cerca (como la guerra ruso-polaca de 1920, la "invasión de Polonia"
por parte de la URSS de 1939, que trataremos en otro artículo, la masacre de
Katyn perpetrada por los nazis pero achacada por éstos mediante su prensa a los
soviéticos, etc...) y por deformaciones sobre casos muy específicos que
tendremos tiempo de tratar más adelante.
El anticomunismo en Polonia, por lo
tanto, se estructura en torno a los sucesos acaecidos en la II Guerra Mundial y
en la Guerra Civil rusa, con la invasión de la Rusia soviética (la Unión aún no
existía) por la Polonia de los terratenientes del general Pilsudski (alguien
como "nuestro" Primo de Rivera, en versión beligerante). Sin embargo,
en realidad, el anticomunismo polaco se basa más bien, diremos, en la
tergiversación mediática de estos hechos, en proporciones bíblicas. Y no, no
decimos bíblicas sólo por su tamaño gigantesco, masivo, sino porque las
iglesias en Polonia son unos auténticos centros de distribución de propaganda
anticomunista.
En Polonia a día de hoy ha estado
ocurriendo una “caza de brujas” similar a la primera etapa del McCarthy-ismo, que
queda descrita en esta excelente cita del soviético Andréi Zhdánov:
“Pero la cruzada contra el
comunismo, proclamada por los círculos gobernantes de Estados Unidos con el
respaldo de los monopolios capitalistas, conduce como consecuencia lógica a
ataques contra los derechos e intereses fundamentales de los trabajadores
estadounidenses, a la fascistización de la vida política de Estados Unidos y a
la difusión de las «teorías» y puntos de vista más salvajes y misántropos.
Soñando con la preparación de una nueva guerra, una tercera guerra mundial, los
círculos expansionistas estadounidenses tienen un interés vital en sofocar toda
resistencia interna posible a sus aventuras en el extranjero, en envenenar las
mentes de las masas estadounidenses políticamente atrasadas con el virus del
chauvinismo y el militarismo, y en embrutecer al estadounidense promedio con la
ayuda de los diversos medios de propaganda antisoviética y anticomunista –en el
cine, la radio, la iglesia y la prensa–. La política exterior expansionista,
inspirada y dirigida por los reaccionarios estadounidenses, prevé una acción
simultánea en todos los frentes.” (A. Zhdánov; “Sobre la situación
internacional”, 1947).
En efecto, las élites gobernantes
y políticas en general de Polonia, los magnates capitalistas, etc... se
esfuerzan día a día por impregnar en las masas un fuerte sentimiento chovinista
(nacionalismo fanático, defendiendo a la clase explotadora, dominante en todas
las instituciones -económicas y políticas- a día de hoy) basado en el
anticomunismo. Cualquiera que sea sospechoso de comunista no podrá pensar si
quiera en realizar una labor práctica en los organismos obreros legales. Si es
miembro de un partido no comunista pero esta sospecha se mantiene, el personaje
en cuestión estará mal visto por cierto tiempo y perderá sus apoyos. Es por
esto por lo que nos recuerda la cita de Zhdánov a la situación actual en
Polonia.
La burguesía polaca, o al
menos su sector más conservador, está haciendo una típicamente oportunista
identificación entre Rusia hoy y el comunismo (algo que no puede ser más
erróneo, como veremos en otro artículo). En Polonia existe un fuerte
sentimiento de “adversión” tanto a Rusia como a Alemania (y por lo tanto a la
Unión Europea, lo cual no vemos tan distinto a una adversión al imperialismo,
pero no desde otra cosa mas que el chovinismo, hermano de aquél). Sin embargo,
los mismos magnates que hacen proliferar esos sentimientos, hacen acuerdos
comerciales desventajosos para las masas trabajadoras polacas con las élites
capitalistas tanto de Alemania como de Rusia.
El segundo caso se
manifiesta en los acuerdos comerciales de gas natural con Rusia. Y el primer
caso se manifiesta en que los bancos alemanes aún no pagan impuestos cuando
están operando en suelo polaco. Un proyecto de ley (hoy aún evolucionando) que
les obligaría a pagar un impuesto más amplio que a los bancos polacos, y que
haría que el capital alemán deje que se creen más bancos de “nacionalidad polaca”
para comprarlos y obtener una renta de explotación financiera aún más amplia,
está en periodo de gestación a día de hoy. ¿Para qué serviría esa ley
nacionalista en Polonia que pretende ganar el apoyo de las masas engañadas por
el chovinismo? Absolutamente para nada, pues la explotación del trabajo por el
capital sigue en pie en el país y los capitalistas nacionales siguen
enriqueciéndose a mayores ritmos al vender su “patria” a los capitalistas
monopolistas extranjeros mientras estrujan la plusvalía de los trabajadores
dentro de sus fronteras.
Una vez los capitalistas
polacos hicieron que las masas trabajadoras portasen unos exagerados
sentimientos anticomunistas por asociación del símbolo a lo que los
reaccionarios quieren que signifique, éstos últimos pudieron derogar la ley que
hasta 2011 prohibía la tenencia general y muestra de símbolos comunistas. Pues
aunque sea ya legal llevar (por ejemplo) un pin con una hoz y un martillo en la
chaqueta, de la paliza en la calle no te va a librar nadie.
Pero, ¿cuál fue la
intención de los capitalistas polacos con envenenar las mentes de las masas
trabajadoras contra el comunismo? No fue, como sí que ocurría (siguiendo la
cita de Zhdánov) para Estados Unidos, la necesidad de preparación de una nueva
guerra mundial, pues el imperialismo polaco es demasiado débil y sólo puede ser
una sección de la OTAN. Esta intención es, en cambio, la necesidad de 1.
Defenderse de las masas trabajadoras, de sus protestas, en la crisis
capitalista que hunde en la pobreza a cada vez más trabajadores polacos, al
descabezarlos de su teoría de vanguardia, el marxismo-leninismo (los partidos
comunistas, esos sí, siguen siendo ilegales en Polonia), 2. atolondrar a
las masas trabajadoras para guiarlas en función de los intereses de los imperialistas
polacos.
Está claro que, con la
crecida de las contradicciones internas entre proletariado y burguesía, que
también en Polonia (como en todo el mundo) se agudizan tanto de forma natural
como por impulsos exteriores como las guerras, la crisis migratoria, etc...,
esta situación de “apoyo” no va a durar mucho, y que tarde o temprano a la
burguesía polaca le estallará un movimiento espontáneo de las masas
trabajadoras, que tomará la forma de huelgas generales (como las que hoy en día
azotan a la burguesía griega y francesa, en Europa “occidental”).
Pero, ¿qué partido
dirigirá estas revueltas? La experiencia nos ha demostrado que, sin un Partido
marxista-leninista, estas serán dirigidas por cualquier movimiento oportunista,
revisionista o capitalista, como tiempo atrás en la misma Polonia ocurrió con
los disturbios de los 1980's y Solidarnosc (“Solidaridad”, sindicato
ultracatólico dirigido por Lech Walesa, que sustituyó el régimen
revisionista-capitalista polaco por uno abiertamente capitalista, económicamente
igual pero sin tapujos). La falta efectiva de un Partido leninista en Polonia
se hace patente cuando miramos a los dos partidos “comunistas” desde la
ilegalidad: el PKP (antes maoísta, ahora jrushchovista-socialdemócrata) y el
PKP (m-l), maoísta -es decir, anticomunista-.
La labor del pueblo
trabajador polaco y de los comunistas está en, primero, agrupar a los
marxistas-leninistas en un verdadero Partido Comunista, y segundo, que éste,
desmontando la propaganda antisoviética relativa a la II Guerra Mundial y
haciendo ver a las masas trabajadoras polacas la contradicción entre la Polonia
popular (1948-1956) y la revisionista (1956-1991) y la URSS socialista
(1922-1954) y revisionista (1954-1991), las organice en los sóviets o consejos
populares y en el Frente Popular, para mancomunar la lucha de las masas contra
el capitalismo en un movimiento tangible por la revolución socialista y la
dictadura del proletariado, que son una inevitabilidad histórica en tanto que los
Partidos Comunistas, marxistas-leninistas de verdad sustituyan a los falsos y a
los revisionistas, los aíslen y los destruyan.
Sólo con esa lucha contra
el revisionismo se puede llevar, al mismo tiempo, a buen término la lucha
contra el capitalismo y el imperialismo, contra la dictadura de la burguesía
(sea de manto “democrático” o sin tapujos -fascismo-), por la dictadura del
proletariado, basada en la organización armada de las masas trabajadoras para
defender sus conquistas contra la explotación de los rabiosos explotadores
desbancados del Estado, gracias a la sustitución de éste por el poder
soviético.
Sabemos que es una labor
difícil la que los comunistas de Polonia tienen delante suya. Están en una
situación ilegal que para nada les ayuda en su lucha diaria. Pero es aquí
cuando tienen que hacer uso de la rica experiencia del Partido Bolchevique de
Lenin y Stalin cuando estaban en una situación ilegal durante la autocracia
zarista. Las enseñanzas organizativas del “¿Qué hacer?” de Lenin son en Polonia
una guía cuasi literal para la acción. Cuando en éste escrito Lenin hablaba de
organización, lo hacía en el sentido de crear una amplia red de revolucionarios
profesionales, con un comité central “pequeño”, pero operativo, un sistema de
cuotas que les permita moverse por todo el territorio y dificultar así las
labores de la policía, y una unificación organizativa mediante el periódico.
Han de saber que en situaciones de ilegalidad llevar a cabo el centralismo
democrático completo es muy, muy difícil y arriesgado, y que por lo tanto se
deberá tratar de una organización, en su lugar, cooptada (hasta que se den las
condiciones de legalidad), basada en la confianza mutua originada por la
práctica común, y que todas las organizaciones de célula sigan las directrices
del Comité Central a rajatabla, criticándolas cuando sea preciso en plenos y
congresos (en lugar del sistema centralista democrático de la crítica desde
abajo mediante reuniones conjuntas, etc... que en la ilegalidad facilitarían
las redadas). Y saber transitar, conforme los flujos y reflujos del movimiento
tengan lugar, de ésta forma de organización al centralismo democrático sin
ambajes, es igualmente una necesidad.
Los marxistas-leninistas
que tienen que operar en Polonia tienen todo nuestro apoyo y nuestro humilde
consejo.
¡Gloria a la lucha del
proletariado y las masas trabajadoras!
¡Gloria al
marxismo-leninismo!
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