sábado, 25 de junio de 2016

El veneno del anticomunismo en Polonia

Cda. Borek

¿Por qué hablar de Polonia? Porque el caso de Polonia es un espejo donde mirar hacia dónde deriva el gobierno de los capitalistas en España, el Estado burgués español, que oprime y desangra a los trabajadores y a las masas empobrecidas a las que los bancos y sus congéneres humillan diariamente. 
Hablar de anticomunismo en los países de la vieja Europa oriental es hablar de políticas gubernamentales. En éste artículo nos centraremos en un caso, el caso polaco, donde el anticomunismo es exagerado, por las mentiras de la prensa sobre sucesos que les tocaron muy de cerca (como la guerra ruso-polaca de 1920, la "invasión de Polonia" por parte de la URSS de 1939, que trataremos en otro artículo, la masacre de Katyn perpetrada por los nazis pero achacada por éstos mediante su prensa a los soviéticos, etc...) y por deformaciones sobre casos muy específicos que tendremos tiempo de tratar más adelante.

El anticomunismo en Polonia, por lo tanto, se estructura en torno a los sucesos acaecidos en la II Guerra Mundial y en la Guerra Civil rusa, con la invasión de la Rusia soviética (la Unión aún no existía) por la Polonia de los terratenientes del general Pilsudski (alguien como "nuestro" Primo de Rivera, en versión beligerante). Sin embargo, en realidad, el anticomunismo polaco se basa más bien, diremos, en la tergiversación mediática de estos hechos, en proporciones bíblicas. Y no, no decimos bíblicas sólo por su tamaño gigantesco, masivo, sino porque las iglesias en Polonia son unos auténticos centros de distribución de propaganda anticomunista.

En Polonia a día de hoy ha estado ocurriendo una “caza de brujas” similar a la primera etapa del McCarthy-ismo, que queda descrita en esta excelente cita del soviético Andréi Zhdánov:

“Pero la cruzada contra el comunismo, proclamada por los círculos gobernantes de Estados Unidos con el respaldo de los monopolios capitalistas, conduce como consecuencia lógica a ataques contra los derechos e intereses fundamentales de los trabajadores estadounidenses, a la fascistización de la vida política de Estados Unidos y a la difusión de las «teorías» y puntos de vista más salvajes y misántropos. Soñando con la preparación de una nueva guerra, una tercera guerra mundial, los círculos expansionistas estadounidenses tienen un interés vital en sofocar toda resistencia interna posible a sus aventuras en el extranjero, en envenenar las mentes de las masas estadounidenses políticamente atrasadas con el virus del chauvinismo y el militarismo, y en embrutecer al estadounidense promedio con la ayuda de los diversos medios de propaganda antisoviética y anticomunista –en el cine, la radio, la iglesia y la prensa–. La política exterior expansionista, inspirada y dirigida por los reaccionarios estadounidenses, prevé una acción simultánea en todos los frentes.” (A. Zhdánov; “Sobre la situación internacional”, 1947).

En efecto, las élites gobernantes y políticas en general de Polonia, los magnates capitalistas, etc... se esfuerzan día a día por impregnar en las masas un fuerte sentimiento chovinista (nacionalismo fanático, defendiendo a la clase explotadora, dominante en todas las instituciones -económicas y políticas- a día de hoy) basado en el anticomunismo. Cualquiera que sea sospechoso de comunista no podrá pensar si quiera en realizar una labor práctica en los organismos obreros legales. Si es miembro de un partido no comunista pero esta sospecha se mantiene, el personaje en cuestión estará mal visto por cierto tiempo y perderá sus apoyos. Es por esto por lo que nos recuerda la cita de Zhdánov a la situación actual en Polonia.

La burguesía polaca, o al menos su sector más conservador, está haciendo una típicamente oportunista identificación entre Rusia hoy y el comunismo (algo que no puede ser más erróneo, como veremos en otro artículo). En Polonia existe un fuerte sentimiento de “adversión” tanto a Rusia como a Alemania (y por lo tanto a la Unión Europea, lo cual no vemos tan distinto a una adversión al imperialismo, pero no desde otra cosa mas que el chovinismo, hermano de aquél). Sin embargo, los mismos magnates que hacen proliferar esos sentimientos, hacen acuerdos comerciales desventajosos para las masas trabajadoras polacas con las élites capitalistas tanto de Alemania como de Rusia.

El segundo caso se manifiesta en los acuerdos comerciales de gas natural con Rusia. Y el primer caso se manifiesta en que los bancos alemanes aún no pagan impuestos cuando están operando en suelo polaco. Un proyecto de ley (hoy aún evolucionando) que les obligaría a pagar un impuesto más amplio que a los bancos polacos, y que haría que el capital alemán deje que se creen más bancos de “nacionalidad polaca” para comprarlos y obtener una renta de explotación financiera aún más amplia, está en periodo de gestación a día de hoy. ¿Para qué serviría esa ley nacionalista en Polonia que pretende ganar el apoyo de las masas engañadas por el chovinismo? Absolutamente para nada, pues la explotación del trabajo por el capital sigue en pie en el país y los capitalistas nacionales siguen enriqueciéndose a mayores ritmos al vender su “patria” a los capitalistas monopolistas extranjeros mientras estrujan la plusvalía de los trabajadores dentro de sus fronteras.

Una vez los capitalistas polacos hicieron que las masas trabajadoras portasen unos exagerados sentimientos anticomunistas por asociación del símbolo a lo que los reaccionarios quieren que signifique, éstos últimos pudieron derogar la ley que hasta 2011 prohibía la tenencia general y muestra de símbolos comunistas. Pues aunque sea ya legal llevar (por ejemplo) un pin con una hoz y un martillo en la chaqueta, de la paliza en la calle no te va a librar nadie.

Pero, ¿cuál fue la intención de los capitalistas polacos con envenenar las mentes de las masas trabajadoras contra el comunismo? No fue, como sí que ocurría (siguiendo la cita de Zhdánov) para Estados Unidos, la necesidad de preparación de una nueva guerra mundial, pues el imperialismo polaco es demasiado débil y sólo puede ser una sección de la OTAN. Esta intención es, en cambio, la necesidad de 1. Defenderse de las masas trabajadoras, de sus protestas, en la crisis capitalista que hunde en la pobreza a cada vez más trabajadores polacos, al descabezarlos de su teoría de vanguardia, el marxismo-leninismo (los partidos comunistas, esos sí, siguen siendo ilegales en Polonia), 2. atolondrar a las masas trabajadoras para guiarlas en función de los intereses de los imperialistas polacos.

Está claro que, con la crecida de las contradicciones internas entre proletariado y burguesía, que también en Polonia (como en todo el mundo) se agudizan tanto de forma natural como por impulsos exteriores como las guerras, la crisis migratoria, etc..., esta situación de “apoyo” no va a durar mucho, y que tarde o temprano a la burguesía polaca le estallará un movimiento espontáneo de las masas trabajadoras, que tomará la forma de huelgas generales (como las que hoy en día azotan a la burguesía griega y francesa, en Europa “occidental”).

Pero, ¿qué partido dirigirá estas revueltas? La experiencia nos ha demostrado que, sin un Partido marxista-leninista, estas serán dirigidas por cualquier movimiento oportunista, revisionista o capitalista, como tiempo atrás en la misma Polonia ocurrió con los disturbios de los 1980's y Solidarnosc (“Solidaridad”, sindicato ultracatólico dirigido por Lech Walesa, que sustituyó el régimen revisionista-capitalista polaco por uno abiertamente capitalista, económicamente igual pero sin tapujos). La falta efectiva de un Partido leninista en Polonia se hace patente cuando miramos a los dos partidos “comunistas” desde la ilegalidad: el PKP (antes maoísta, ahora jrushchovista-socialdemócrata) y el PKP (m-l), maoísta -es decir, anticomunista-.

La labor del pueblo trabajador polaco y de los comunistas está en, primero, agrupar a los marxistas-leninistas en un verdadero Partido Comunista, y segundo, que éste, desmontando la propaganda antisoviética relativa a la II Guerra Mundial y haciendo ver a las masas trabajadoras polacas la contradicción entre la Polonia popular (1948-1956) y la revisionista (1956-1991) y la URSS socialista (1922-1954) y revisionista (1954-1991), las organice en los sóviets o consejos populares y en el Frente Popular, para mancomunar la lucha de las masas contra el capitalismo en un movimiento tangible por la revolución socialista y la dictadura del proletariado, que son una inevitabilidad histórica en tanto que los Partidos Comunistas, marxistas-leninistas de verdad sustituyan a los falsos y a los revisionistas, los aíslen y los destruyan.

Sólo con esa lucha contra el revisionismo se puede llevar, al mismo tiempo, a buen término la lucha contra el capitalismo y el imperialismo, contra la dictadura de la burguesía (sea de manto “democrático” o sin tapujos -fascismo-), por la dictadura del proletariado, basada en la organización armada de las masas trabajadoras para defender sus conquistas contra la explotación de los rabiosos explotadores desbancados del Estado, gracias a la sustitución de éste por el poder soviético.

Sabemos que es una labor difícil la que los comunistas de Polonia tienen delante suya. Están en una situación ilegal que para nada les ayuda en su lucha diaria. Pero es aquí cuando tienen que hacer uso de la rica experiencia del Partido Bolchevique de Lenin y Stalin cuando estaban en una situación ilegal durante la autocracia zarista. Las enseñanzas organizativas del “¿Qué hacer?” de Lenin son en Polonia una guía cuasi literal para la acción. Cuando en éste escrito Lenin hablaba de organización, lo hacía en el sentido de crear una amplia red de revolucionarios profesionales, con un comité central “pequeño”, pero operativo, un sistema de cuotas que les permita moverse por todo el territorio y dificultar así las labores de la policía, y una unificación organizativa mediante el periódico. Han de saber que en situaciones de ilegalidad llevar a cabo el centralismo democrático completo es muy, muy difícil y arriesgado, y que por lo tanto se deberá tratar de una organización, en su lugar, cooptada (hasta que se den las condiciones de legalidad), basada en la confianza mutua originada por la práctica común, y que todas las organizaciones de célula sigan las directrices del Comité Central a rajatabla, criticándolas cuando sea preciso en plenos y congresos (en lugar del sistema centralista democrático de la crítica desde abajo mediante reuniones conjuntas, etc... que en la ilegalidad facilitarían las redadas). Y saber transitar, conforme los flujos y reflujos del movimiento tengan lugar, de ésta forma de organización al centralismo democrático sin ambajes, es igualmente una necesidad.

Los marxistas-leninistas que tienen que operar en Polonia tienen todo nuestro apoyo y nuestro humilde consejo.

¡Gloria a la lucha del proletariado y las masas trabajadoras!

¡Gloria al marxismo-leninismo!

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